Miguel de Unamuno
(Bilbao, 1864-Salamanca, 1936)
Poeta singular, admirado por Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez o Antonio Machado, un polemista incitante y libre y un magnífico escritor de libros de viaje, además de un cuentista y novelista auténtico, que a veces recuerda a Tolstoi y está a la altura de Jean Paul Sartre o Albert Camus. Su narrativa, escrita con tersura y sobriedad indaga sin tapujos en las tribulaciones, la soledad, las pasiones y los conflictos individuales e interpersonales que alcanzan a los humanos cuando pierden el sustento y el consuelo que procuran las certidumbres. De su pluma han salido caracteres memorables como los muchachos bilbaínos protagonistas de Paz en la guerra, el Augusto Pérez de Niebla, que se enfrenta a su creador literario; La tía Tula, de triste destino, llevada al cine con gran dignidad o el sacerdote incrédulo de San Manuel Bueno, mártir. No hay dos novelas iguales en lo tocante a la composición. Si Paz en la guerra tiene bastante de obra decimonónica, y Amor y pedagogía mucho de farsa expresionista, la trama deshilvanada de Cómo se hace una novela anticipa la apertura y el desfondamiento del género en el siglo XXI. Escritor confesional, cultiva el soliloquio en sus libros memorialísticos y en alguna novela de fuerte carácter autobiográfico como Nuevo Mundo. Pero el monólogo encierra siempre destinatario, y Unamuno lo llama “monodiálogo” y da este nombre a varios ensayos. Otras veces, como en Abel Sánchez. Una historia de pasión la novela precisa del diálogo, su forma de expresión por excelencia para plasmar la confrontación entre dos almas, el “agón”, en su lengua. Para este fin escribe también teatro trágico y una versión muy interesante del Hipólito de Eurípides: Fedra, cuya protagonista es cristiana. La palabra de Unamuno, enteriza, cálida, sincera, lírica y llena de sentido resulta hoy, en tiempos de pérdida progresiva de la locución, más recomendable que nunca. También urge liberarle de los tópicos manidos que nublan la grandeza de su persona y su obra.