Cuando Cristóbal Colón, creyéndose en los aledaños del archipiélago japonés, se topa con las islas del Caribe, lleva bajo el brazo la famosa crónica asiática de Marco Polo, en la que el mercader veneciano afirmaba haber llegado hasta la ciudad que él denomina Cambaluc, capital china del imperio mongol, en la legendaria Cathay. Aquel larguísimo viaje había tenido lugar dos siglos antes, en sentido inverso y por vía terrestre, pero su objetivo era el mismo que guiaba al navegante genovés cuando atravesaba el Atlántico hacia occidente: entablar contacto con la civilización china y su órbita, de las que se tenía noticia suficiente para prometer a la imaginación europea adquisición de riqueza, florecimiento del comercio, expansión política y triunfos de la religión.
La imprevista e inmensa barrera de América se interpuso entonces en el empeño europeo por llegar a Extremo Oriente, pero no lo postergó: así, durante los primeros decenios del siglo XVI, mientras la corona de Castilla se emplea en la exploración y conquista del Nuevo Mundo, la de Portugal, una vez surcado el Índico, inicia hacia el otro lado del globo los primeros intentos verosímiles de establecer un contacto duradero con Asia Oriental. Aquellas empresas, a las que se irán incorporando otros países, dejan tras de sí un copioso y multiforme reguero de documentación: crónicas, relatos, diarios, cartas, memoriales, informes, descripciones culturales y geográficas, compendios historiográficos y científicos, proyectos militares y diplomáticos, catecismos y planes misioneros, tratados lingüísticos y diccionarios.
La colección «Crónicas Europeas de Extremo Oriente» (CEEO) quiere ofrecer una mínima selección de ese vasto corpus, centrándose en lo que podemos considerar como una primera etapa de los viajes europeos en la era moderna: la que se extiende desde el último tercio del siglo XVI hasta finales del siglo XVIII, cuando la embajada británica de Macartney inaugura, en la relación de las potencias europeas con China, una nueva fase de enfrentamiento abierto debido a la presión comercial. Su catálogo, que acogerá textos en castellano y en otras lenguas ─estos en edición bilingüe─, intentará aportar testimonios que resulten significativos, ya sea por su interés intrínseco, ya sea por su condición inédita o escasa divulgación, ya sea por haber sido editados hace mucho tiempo o de forma no del todo rigurosa.
Javier Yagüe Bosch, director de la colección CEEO
Anónimo
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