Parsondes y El pájaro verde constituyen las primeras publicaciones de Valera en el género cuento, engarzadas en un pasado histórico y fantástico que nos traslada a la Antigüedad, al Oriente lejano. Años más tarde, publica El bermejino prehistórico, Los cordobeses en Creta y Garuda o la cigüeña blanca, cuentos de claro matiz hi tórico y legendarios. Frente a estos cuentos ambientados en el lejano Oriente, en los que figuran, entre otros, El espejo de Matsuyama y El pescador Urahima, Valera publica en revistas literarias de prestigio cuentos de honda raigambre popular, La buena fama, o de carácter legendario, como El caballero del Azor (versión de la leyenda de Bernardo el Carpio) y El cautivo de Doña Mencía (cuento legendario de la España del siglo XV). Un mundo en el que se entrecruzan príncipes hechizados, como en El pájaro verde o muñequitas, como las del homónimo cuento, que poseen la virtud de trocar en oro lo que es ruin desperdicio. Hombres sabios y ascetas, admirados por la sociedad que se convierten en vividores, en amantes del placer, rodeados de lujo y toda suerte de placeres en lugares remotos, como en Parsondes. Cuentos que bordean lo poético y cuyos personajes pertenecen más al mundo de la fantasía que al real. Para Valera el cuento debe ser entretenimiento, escrito en estilo puro y castizo, sencillo y llano. El narrador debe mostrar candidez o que acierte a fingirla, y si refiere sucesos increíbles y absurdos, no lo parezcan.

Las anécdotas ligeras y picante, los cuentecillos agudos o frases de sentido equívoco y gracioso configuran el corpus de Cuentos y chascarrillos andaluces, tomados de la boca del vulgo, que reflejan el gusto de Valera por el folclore. En su conjunto, los Cuentos y chascarrillos proceden de la tradición oral, tal como el vulgo los cuenta, imitando, incluso, su estilo y gracejo natural. Nada, absolutamente nada, como insiste Valera, es “invención nuestra”. En su opinión, el contenido no es inmoral, aunque pecan, en ocasiones, por su rudeza y grosería. La presencia de tipos de diversa condición social, índole, moral y catadura pueblan las páginas del libro de Valera. El humor, el chiste y las moralejas nos inducen siempre a la sonrisa y al gracejo propio de las bromas, chanzas y chirigotas andaluzas.