El Diálogo del hierro (1574) es uno de los últimos trabajos de Monardes, si no el último. Dividido en dos partes que se desarrollan en días sucesivos, la primera se ocupa de la utilidad económica y social del hierro y la segunda de sus propiedades medicinales. En él intervienen tres personajes, un doctor innominado -el propio Monardes- un boticario llamado Burgos, que se corresponde con el prestigioso farmacéutico sevillano Bernardino de Burgos, y un vizcaíno -Ortuño- comerciante en hierros, conocedor de las minas y ferrerías vascas. Son personajes de diferente cualificación profesional en cuyo trato destaca el respeto y la cordialidad, los tres colaboran desde sus respectivas especialidades en el objetivo de exponer la superioridad del hierro respecto a los demás metales, incluido el oro. Esta forma de comportamiento es rasgo destacable, poco común en los diálogos entre interlocutores de distinta jerarquía social. El diálogo, que comienza en la Casa de Contratación de Sevilla, se desarrolla en el almacén de hierros de Ortuño; lugar y personajes contribuyen a relacionar el texto con las demás obras del volumen sobre materia medicinal de las Indias y a mezclar la erudición con información variada de forma amena para lectores no especialistas.