Anónimo

El anonimato va unido al desarrollo de las formaciones sociales, por eso en la antigüedad –y en la Edad Media europea– predominan  las obras colectivas y anónimas; solamente quienes poseen una figura histórica pueden y deben dejar su firma al lado de lo que ellos han hecho, porque solo ellos destacan como “personas» (en España: Don Juan Manuel, Alfonso X, los nobles de los cancioneros….), en tanto que el resto de la literatura circula por cauces colectivos, anónimos (épica, romancero, lírica, teatro…). Solo cuando asoma la  burguesía –lentamente, durante siglos–, asociada a sentimientos de posesión, únicos, etc., aparece el llamado “autor” que firma sus obras. Sistemáticamente ocurre eso en España a lo largo de finales del siglo XV y durante el siglo XVI, aunque los precedentes ya se dan en curiosos personajes de burgos y aglomeraciones que asoman fuera de la época feudal (como el Arcipreste de Hita). Es impensable que, desde entonces, alguien no firme alguna obra, aunque aparece en el horizonte otro tipo de inconveniente: las ideas –reales, históricas o estéticas– son peligrosas y, por tanto, quien escribe o difunde anónimamente no quiere que su nombre figure en lo que se ha escrito, cantado o difunde. La mayoría de los textos “anónimos” durante el largo periodo que se abre con el advenimiento de la cultura burguesa  –y con el invento de la “Literatura”– de ahí provienen: el Lazarillo de Tormes es el mejor ejemplo, aunque los viejos cauces (romancero, lírica tradicional, teatro popular…) pueden seguir funcionando todavía un cierto tiempo. Durante los siglos siguientes permanece la autocensura (obvia en los escritos procaces de autores como Quevedo, de los escritos subidos de tono de los siglos XVIII-XIX, abundantísimos…) y alcanza, según sea de puritana la sociedad, a todos los autores y los géneros. Es curioso que haya habido una literatura anónima durante los dos primeros tercios del siglo XX, normalmente procaz. Sigue existiendo el anonimato de quien no quiere que se le reconozca –o se le expulse– de su formación social, por cuestiones, religiosas, patrióticas, morales, raciales…

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